viernes, 17 de diciembre de 2010
Algo más, y un poema urbano...
Ser algo más que el gozne de las puertas del tiempo
Ser un más hondo respiro
Un tiempo nuevo, de la humedad liberado
Ser algo más
Una más profunda caricia
O el mar que con su brisa lava el moho
El musgo en mis pestañas
Pasa el tiempo
Oleaje de líquenes
Fondo marino de mi mente
Ser algo más que la impronta fugaz
Que el sabor agridulce del almizcle en tus mejillas
El rastro verde del musgo lavado por las olas
Ser algo más
Que la índiga humedad venida desde el mar
El coral de colores en la superficie de los cuerpos
Picorocos rojos en los resquicios del encuentro
Ser algo más
El oleaje eterno la caricia
Los surcos de mi arena
Las dunas floridas de mi piel
Los Tubos de Escape y el Abismo
Sucia la ciudad
como agua hacia el desagüe
Corre
Y corremos todos tras ella
Cables de alta tensión
Agitándose entre las cenizas del futuro
Un motor pasa zumbando
Un ascensor hacia el vacio cae
Sucia la ciudad,
sola ante una vitrina rota
sigue perdiendo su reflejo
la imagen deforme de su realidad
Vivimos esta eterna acera de cemento
Acurrucados contra las cunetas
Recostados bajo al tubo de neón
La luz escuálida de cien mil pantallas
Ilumina mortecina todo este vacio
Quedó sola la multitud
En el eterno multiplicarse del minuto
Corre hacia su desagüe la ciudad
Nos arrastra hasta la alcantarilla la corriente
Cae la civilización hacia su despeñadero
Por el borde de la cloaca precipita,
hacia su abismo de tubos de escapes
hacia su pozo
de un millar de mercaderías
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Ser lo que somos; Olvidar
Aquí estamos ya,
catapultados hacia el final
Somos ya tiempo
Verde vuelo
Celeste rastreo
Ardemos arrojados en nuestro tiempo finito
Temporáneo lagarto
Breve susurro de alas
Se confunde la cola en la espiral
Se confunde el cielo en el ciclo
Arde la vida en su brevedad
Somos estela dispersa en las olas
Somos temporáneo segundo,
Consumido en el camino de la vida
La existencia,
breve pasión que nos abraza
Breve búsqueda que besamos
Que buscamos,
La vida y su secreto
Su paradoja
Su espíritu inaferrable y material
El ser lo que somos:
Breve intenso respiro
Entre la existencia y el recuerdo…
l a m e m o r i a
Olvidar
El olvido es la paz de la tormenta
Es la paz del pozo que te traga hasta su centro
Tráiganme el cuchillo inmaculado
Olvidar
Dejar atrás el recuerdo anudado a su cabello
Esconder un árbol en la espesura impenetrable de la selva
Tráiganme la pura hoja de acero
Vamos a amputar estos pasos
A escindir ese ahora que se evapora de mi piel
Buscamos el olvido
El deshacerse del lazo que ata la memoria
La paz de la blancura,
de un cándido vivir sin tiempo
…L a d i f u m i n a c i ó n d e l a e x i s t e n c i a
domingo, 31 de octubre de 2010
Sobre lunas, adolescentes y vendedores...
Tengo una luna hecha polvo
Escondida en mis pupilas
Un haz de luz escarlata
emboscado
En el espacio entre mi riñón y mi hígado
Una flecha de acero enterrada
En el campo de huesos de mi carne
Va quedando sólo una poza de bilis, una mancha de sangre en medio a la nada, intento recordar pero no puedo
donde quedó la brisa fresca el tacto suave las yemas de los dedos la silueta
el claro de luna donde iban
una tras otra
todas mis sombras a morir
Una Noche a la Intemperie
Me miran tres árboles grandes
Y un columpio vacío
En medio del silencio de la plaza
Me miran
Como ramas secas de otoño
Los juegos vacíos de los niños
Tres árboles grandes
Cinco bancas verdes
Una casi infinita cordillera
Una sola luna blanca
Y un adolescente ebrio sobre la hierba
durmiendo la noche fresca del verano
Llorando en sueños
El sabor amargo del primer amor
Me miran
Tres perros vagos desde la esquina
Y un centenar de estrellas
Justo antes del alba
Me miro profundo y adentro pensando
En quizás si algún día
En quizás si algún día esta noche a la intemperie
En quizás si algún día el rostro de la niña que no me ama
Serán sólo un recuerdo brumoso y lejano
Y no el dolor vivo de estos días
Que se diluye solamente en la borrachera
Sólo en las calles tras calles de la noche de Santiago
Una noche que se desvanece
Tres árboles grandes un columpio vacío
y un adolescente que camina
Lejos en la avenida se escuchan los primeros coches
en tan siquiera un par de horas
comenzarán los primeros autobuses a pasar
Vendedores de Dinero
Vienen los vendedores de dinero
Con dinero
A buen precio de mercado
Billetes de todos los colores
De todos los valores
De la mejor ¡se lo juro! calidad
Vienen los vendedores de dinero
A darnos una mano en la hora de la necesidad
Deposíteme aquí en mi bolsillo
En el fondo caníbal de mi estómago
Un trozo de su dedo pulgar
Una tajada exquisita de riñón
Yo le dejo en cambio
Esta caja de dinero fresco
Hay de todos los colores
Inigualables ¡se lo juro! que no hallará en el mundo nada igual
Vienen los vendedores de dinero
Hurgueteando los rincones
Olisqueando nuestros sueños
Manoseando nuestras hambres
Vienen los vendedores de dinero
Sonrisas compradas a lo largo de la ciudad
Campra-ventas letras pagarés
Recubriendo nuestros poros
La cara o el sello de nuestra piel
Vienen los vendedores de dinero
Con un trozo de hígado
Colgando en sus colmillos
sábado, 16 de octubre de 2010
sobre la lluvia, la memoria y la ciudad...
Para hacerme perdonar (si es que alguien le hicieron falta mis publicaciones en este período) les dejo con tres poemas largos, nuevos y que al menos a mi me dejaron bastante conforme. Se habla sobre la memoria, el recuerdo, la lluvia y sobre la identidad... Espeor les gusten y ójala puedan compartir sus impresiones conmigo.
Saludos a todos.
llueven azucenasnostalgia
azul lluvia de azucenas
ven tú melancolía
sentir como arena en la distancia
el sonido de tu voz
sentir como rumor en el vientre
el oleaje de la caricia
melancolía
naufragar
mar azulado de la nostalgia
ven tú verde mío
recuerdo mío
ven tú su rostro
a llenar de aromas
la luz clara de mi amor
el tacto verde de su cuerpo
llueven azucenas
nostalgia
melancolía
LoboEl peso silencioso del vacío
Es peor que el pelaje de lobo de mi sombra
Aúllo en la última hora
El tiempo inquietante silencio
Es peor que la grieta oscura de la eternidad
Aúllo en la hora del último de los gritos
Se va mi aullido llevado lejos en el eco del abismo
Se descascara mi pelaje se marchita mi piel en el barro
La inmóvil quietud de la ciénaga
Es peor que la fría caricia del infinito
Voy sólo en esta cacería
Voy solo a la búsqueda de mi víctima
El silencio me persigue
Depredador contra depredador
Se clavan las lunas en mi carne
Son los colmillos de la memoria
Desgarrando el velo de lo eterno
Aúllo es la hora de la violencia
Voy solo en mi cacería
A la búsqueda del reflejo de mi sombra
Voy dejando mi piel de lobo en el camino
El paso silencioso del tiempo el peso abrumador del vacío
Son peor que el secreto oscuro de lo eterno
Voy solo en mi cacería
Voy solo huyendo del animal
Cazador y presa
en la jungla sin ley de la memoria
Identidad
Van a urbe traviesa
Las esquirlas de nuestro destrozado espejo de sangre
Viaja una ceja tuya en ese fragmento lanzado al vacio
Va un ojo tuyo, en ese reflejo rojizo viajando
Se dispersa en fragmentos
El contorno de la memoria
Se diluye astillada en la ciudad
La unidad de lo que fuimos
En nuestras calles y escaleras
En nuestras panderetas y muros
Van incrustándose estos cristales de sangre
Y así vagando caminamos a lo largo de este viaje sin meta
Encontrando a momentos la mirada
El reflejo oceánico de lo que somos
Viaja astillado por la ciudad
Devolviéndonos solo el distorsionado reflejo
El colorido caleidoscopio
Nuestro laberinto de espejos
Los cuernos del minotauro
Los timbres
sábado, 18 de septiembre de 2010
El sueño, El nudo eterno de mi carne
Soñé las hojas del recuerdo
Verdes arrastrándose consigo los revoloteos los rostros
el viento
Soñé al árbol de las raíces aéreas trazando su dibujo informe
etéreo surco de viento
Soñé el claror verde de la mañana abocada a su tarea su transitar
a su tenue respiro de brisa
Soñé al mundo respirando profundo a través de mi mano
Soñé
adormecerlo tranquilo con el sueño de la caricia
la aérea raíz del cielo la verde hoja de los rostros
su leve o clamoroso soplido en el viento
la vida
oníricos surcos de viento en el aire
El Nudo Eterno de mi Carne
Clavado
Con los pies fijos en la nada
Sentado
Veo nubes
Las nubes dentro mis entrañas
Como parapléjico
C o n t e m p l o e l n u d o e t e r n o d e m i c a r n e
El rostro interno
El reflejo en mis riñones
La mirada atónita de mi propia incomprensión
La pulsión atávica
Las fuerzas centrífugas que jalan los extremos
Las puntas pestilentes mi intestino
La fuerza magnética
las cimas
La seducción del misterio
La profundidad
Impávido
Desde siempre
siento las ratas en mi estómago
Llegan con las nubes
Vienen a roerme mis entrañas
Y yo como parapléjico
Pongo mi mudo grito en el cielo
Con silenciosa vehemencia
Protesto
Protesto contra este par de pulmones que se deshacen
Contra este páncreas segregando una bilis enfermante
Contra las dudas la fuerza de voluntad que se desmorona
El nudo eterno de mi carne, las dudas, la indolencia
sábado, 11 de septiembre de 2010
11 de Septiembre, Santiago de Chile
Hace 37 años los aviones de la fuerza aérea chilena bombardeaban el palacio presidencial de la Moneda, poniendo fin al gobierno democraticamente elegido de Salvadar Allende y dando así inicio al período más oscuro de la historia chilena contempóranea.
Recordar no sólo porque el olvido es imposible, sino que también somos nuestra memoria, sin historia el presente se vuelve eterno cerrándonos la posibilidad del futuro, porque sin memoria el presente se vuelve un laberinto incomprensible, porque un árbol sin raíces se secará inevitablemente.
Pero no sólo por eso, sino porque las consecuencias de la destrucción del Estado de Derecho siguen sucediendo: no sólo el Neoliberalismo (con sus secuelas de agudización de la diferencia de clases, de precarización del trabajo, de endeudamiento masivo del “consumidor”) implementado por primera vez en el mundo por la dictadura de Pinochet, se impone ahora, fácticamente, como único modelo económico posible, sino porque las leyes anti-terroristas, que niegan el debido proceso, que permiten figuras como “testigos ocultos” y que divide la justicia en civil y militar, criminalizando a final de cuentas la protesta social (es terrorista en Chile, gracias a esta ley, quien lanza una piedra) se sigue aplicando, y si el enemigo interno fue antes el comunismo, en Chile lo es hoy la nación Mapuche, quienes viven hoy, bajo un régimen de militarización de sus comunidades y de feroz represión. En la Araucanía la dictadura no ha terminado, y hoy como ayer a los luchadores sociales no les queda más que su cuerpo para resistir. Los presos políticos mapuche, adultos y niños, suman ya más de 60 días en huelga de hambre, comprometiendo seriamente la propia supervivencia.
Hoy quisiera compartir un poema que recuerda una infancia en un país politizado. El Año Decisivo es el año en que se efectuó el atentado a Pinochet por parte del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Era el año decisivo, porque la muerte del dictador, sumada a una internación masiva de armas, habría llevado a una sublevación popular de masas. Sin embargo, el atentado falló, las armas fueron encontradas y la sublevación nunca llegó a suceder. Hubo de esperar el plebiscito del 88’y el triunfo del NO para abrir las puertas a la transición pactada con el régimen hacia esta democracia coja que nos llevamos aún a cuestas.
El Año Decisivo
Vuelvo la vista atrás
hasta la explosión colorida de esos años
son las calles de tierra los ciruelos-en-flor
soy yo
yo sentado en la cuneta con mis amigos
reímos
con las rodillas peladas
con nuestra pelota-de-cascos-gastados-con-el-blaid-al-aire
Soy yo con mis amigos
Y los vendedores de escobas
los niños pobres con su carretones
es el viejo del saco
y los cabritos y sus bolsas de neoprén
Es la risa infinita de mi infancia
Los colores alegres de los juegos sobre el fondo trágico de la historia
No hay que hablar hijo,
es peligroso.
Soy yo corriendo
Con el uniforme cochino
La pelota bajo el brazo
El cuello apiñeñao’…
Baja la pichanga alegre de nuestra infancia
Soy yo corriendo
Tengo cinco años
Oigo el clang clang de los palitos contra el metal:
“¡¡mamá, viene el camión del gas!!”
Me pierdo un gol solo frente al arco
Y rebota el rocket sobre el techo del auto del tirano
Es el año decisivo
Tomo leche en una tarde oscura de invierno,
con mi familia, y el diario de cooperativa está llamando,
no hay que hablar hijo,
de tu abuelo que vive en la URSS
de que naciste en el exilio,
y Victor Jara mira mi vaso medio vacío desde un cuadro colgado en la pared…
Tomo once durante el año decisivo,
la noche se llena con los aullidos de sus hienas hambrientas
Tomo once durante el año decisivo,
Afuera,
La noche sigue cayendo sobre los torturados.
Rio frente al televisor
Soy solo un niño
Tengo ya siete años
La larga pesadilla ha terminado
Corro riendo por la calle entre gente que se abraza
Es el embriagador abrazo de la victoria
dicen
jueves, 2 de septiembre de 2010
Las Pupilas del Asfalto
Un par de aclaraciones "linguístico-culturales":
- Limarí: Pisco (o sea destilado de uva de entre 33 y 50 grados aprox.) de muy mala calidad, tipico de estudiantes.
- Tomar Once: Refrigerio intermedio entre el almuerzo y la cena, por lo general a las seis.
-Palta: Aguacate, avocado.
Las Pupilas del Asfalto
¿Cuantos centenares de botellas?
¿Mil, cien mil?
¿Cuántas esquinas inundadas de etílico griterío?
Conoció muy bien el cielo nocturno de Santiago nuestro deambular
Nuestro caminar pendejo de botella de Limarí en la mano, de voces acuosas tejiendo a gritos el canto que sanaría nuestras yagas supurantes de mundo
Permanecen aún nuestras sombras
Refugiadas en el reflejo oscuro de la cuneta
Se escabullen nuestras voces de antaño,
Por la grieta de una esquina rota
Nuestra cerveza mañanera
Nuestro conato de vómito
Todos nuestros rostros olvidados
Todos aquellos amores muertos al nacer…
Respiran todos la letanía de su historia
Respiran todos, a través de los poros de cemento de la ciudad
Nuestras siluetas recortadas contra la luz trémula de la botillería
Nuestra carrera desbocada Sin estribos A cuestas del desenfreno
No hay descanso para los desterrados de la mesa
Para los que olvidamos el desayuno y la once
Incluso el sabor de la palta
Me recuerdo buscando nuestro reflejo en la vereda
Meando y tomando a la vez
Enterrado entre los arbustos al amanecer
Nosotros
Viviendo el tiempo sin tiempo de la noche
No hay pasado presente ni futuro
Para quienes olvidamos el silencio en las pupilas
Las pupilas del asfalto
La oscuridad
domingo, 22 de agosto de 2010
La República de las Tres Islas, Cap. VII
Capítulo I.
Caítulo II.
Capítulo III.
Capítulo IV.
Capítulo V
Capítulo VI.
VII
¿Y entonces?- Pensó- ¿Qué hago acá? ¿Para que sirve todo esto?- Y por un momento el parlamento, las votaciones, los partidos, los acuerdos, todo ese mundo que lo rodeaba, no le pareció más que la simple –y decadente- fachada que ocultaba los despiadados y feroces intereses que dominaban la existencia de los hombres. La voraz necesidad de las riquezas y los egos. Su mundo se le reveló como una máscara hipócrita que todos necesitaban, un discurso al que todos apelaban para defender sus ansías de riqueza, sus desvaríos ideológicos y sus sueños de poder. A final de cuentas, parecía ser que todo no era más que un eterno discurrir de palabras, un discurrir altanero y falaz que celaba la verdad de los actos de cada cual. La palabra era como una cortina de humo, una niebla densa que ocultaba en su seno el interés y toda su inmundicia, siempre sostenido por el poder y sus relaciones, relaciones cambiantes como los caprichos de un niño, que un momento te ponían en el centro del mundo y al siguiente te lanzaban por la borda. Como un niño, caprichoso como un niño. Así era el poder. Siempre yendo y viniendo. Nunca en las manos de nadie, o no realmente al menos, sino que siempre en medio de una red de caprichos, de una red de relaciones, de miradas, de amores y de odios, de deseos y temores. Estaba siempre en un movimiento constante, y las instituciones, el parlamento, el senado, el rey, no eran más que parte de esa cortina de humo, no eran más que una parte de esa fachada inmunda que con tanta claridad veía ahora.
Pensaba en esta gran farsa, cuando unos pasos furtivos en su despacho lo sacaron de sus pensamientos. A esa hora el parlamento estaba ya vacío, y en sus largos pasillos no dominaba más que el silencio.
Aún más sorprendido quedó al ver recortarse en las penumbras una silueta que inmediatamente le resulto familiar. Y cuando la silueta habló, saludándolo, de la sorpresa pasó a la alegría.
-Buenos noches, Nuspano. ¿Qué pensamientos te consumen en está oscuridad? Reconoció la voz de inmediato. Era su primo Navedo Ganoví, a quien nadie había visto por más de diez años.
Desde siempre, Navedo había sido el miembro más cercano de su familia, y con el tiempo, se había transformado en una suerte de hermano mayor. Había sido él quién lo iniciara en la política y quién le inculcara las ideas del grupo. Lo introdujo en el movimiento y lo apadrinó por años. Sin embargo, con el tiempo, fue distanciándose de la línea oficial de Gadaré, quien a pesar de su caída, se obstinaba en continuar postulando una vía parlamentaria. Él en cambio, siempre quizo estar un paso más adelante. Y así lo recordaba, polémico, confrontacional, con una inteligencia clara y precisa. Extrañamente lograba al mismo tiempo ser un soñador con un aire de poeta y una persona práctica y precisa. Quizás por eso mismo, solía pensar, terminó por sentirse limitado y encerrado en los límites de la polítca del partido, pasando con el tiempo del entusiasmo a la frustación y terminando a final de cuentas, por dimitir. Había puesto sus esperanzas directamente en la gente del pueblo. Abandonó la casa familiar para ir a vivir entre los pescadores, los pastores, los campesinos. Algunos lo siguieron y otros se sumaron con el tiempo. Organizó huelgas y movimientos, y al final, postuló la idea de que sólo el pueblo actuando por sí mismo lograría algún cambio real. No encontró nunca partidarios demasiado numerosos. Y un día, o una noche, simplemente desapareció en la nada, luego de que ciertos rumores lo ligarán a la muerte de un coronel que había reprimido sangrientamente una marcha de campesinos que avanzaba hacia Gnalacama, la capital de Dodora. A pesar de que las voces nunca fueron confirmadas, no habí vuelto a saber de él, hasta que su silueta se recortó entre las sombras del despacho.
Cuando finalmente logró salir del estupor, Nuspano corrió haciá él y lo abrazó. Y al abrazarlo sintió que nada era tan grave, que nada era tan complejo. Se sintió tremendamente aliviado. Su primo había elegido el mejor momento para reaparecer en su vida. Sí alguien en el mundo lo conocía bien, ese era él. Sólo Navedo, pensó, podía orientarlo y ayudarlo a tomar una decisión.
-Navedo, no sabes que alegría siento de verte nuevamente. Pero dime ¿Dónde has estado todo este tiempo?
- ¿Qué donde he estado? ¿Aún no te habías dado cuenta?- respondió él. Y luego, mirándolo directamente a los ojos: -Preparando este momento primo. Eso he estado haciendo.- Dijo con determinación y apuntando al suelo con el dedo índice.
Nuspano se quedó observándolo boquiabierto, sin saber bien que decir.
-Nada de esto es casual primo. Yo y mis hombres llevamos años conspirando. Y ahora por fin el momento ha llegado.
- ¿El momento para qué?
- Para tomar el poder Nuspano. Basta de arrastrarnos y mendigar en los salones decadentes de la nobleza, pidiendo favores, predicando como monjes y soñando como niños. Para lograr nuestros objetivos necesitamos usar la fuerza y por la fuerza tomaremos el poder y con el poder forjaremos un mundo nuevo. Un mundo justo.
Lo observaba hablar sumido en la perplejidad. El fondo de su discurso era el mismo de siempre. La justicia, el pueblo. Pero su modo de hablar era distinto. Antes de desvanecerse en la nada hablaba también de ideales y de sueños, pero como si fueran una realidad lejanísima, intocable. Y al hacerlo sus ojos se llenaban de emoción, un ardor especial cruzaba su mirada, su voz poseía un timbre especial, embriagador. Ahora en cambio, hablaba de tomar el poder como un médico que receta un tratamiento duro, pero inevitable. Sus palabras no se dejaban ya transportar por la pasión. En su mirada y su voz habían ahora autoridad, deterrminación, fuerza y sangre fría. Su discurso era claro, preciso y al mismo tiempo enormemente fascinante. Era el discurso de alguién que sabía perfectamente lo que quería, y lo que debía hacer para conseguirlo.
- ¿Pero tomar el poder? ¿Crees que sería una solución?
- No, no es "una" solución, es "LA" solución. ¿Acaso no te has dado cuenta? Por eso estoy aquí. Porque sé que tú ya lo sabes. Sé que te has dado cuenta que este cementerio que llaman parlamento no sirve para nada. Y que con las migajas del poder que acá podemos conseguir, jamás daremos un paso adelante. Sé que ya te has dado cuenta que es inútil continuar esperando que nuestros enemigos decidan renunciar a sus privilegios. Estoy aquí porque se que ya has visto a través de la ilusión. Se que has visto la fachada inmunda de este Estado corrupto y podrido. ¿Es así primo o me equivoco?
En efecto, así era, pensó. Como todos aquel día, su primo había entrado por la puerta de su despacho diciendole lo que debía hacer. Pero sólo él le hablaba en un lenguaje que compartía. Y parecía tener razón. ¿Era posible que esta nobleza autocomplaciente fuera capaz de ceder algún milímetro de sus privilegios? ¿Era acaso el momento de la fuerza? Había sin duda algo de seductor en las palabras de Navedo, algo en su retórica que lo atraía, era quizás la presencia de una respuesta clara y precisa. Pero había al mismo tiempo, algo inquietante, que no era capaz aún de individuar. ¿Pero y el plan de Gadaré? ¿Debía dar crédito tan fácilmente a las palabras del duque De Pegnopis? ¿Era posible, que Gadaré, con toda su experiencia y sabiduría se dejará engañar tan burdamente por el coronel?
-Pero Gadaré tiene su propio plan Navedo. Estuvo aquí y me dijo que debíamos apoyar a los republicanos y que ellos votarían luego a favor del voto universal.
-¿Y tú crees realmente que ese plan puede funcionar?
-No dudo de que los republicanos intentarán traicionarnos, y que es un acuerdo extraño, o demasiado frágil en el mejor de los casos, pero sé también que el viejo no se embarcaría en esa aventura sino tuviera eso ya calculado, si no supiera ya que hacer para el momento en que intenten darnos la espalda.
-¿Pero de verdad crees todavía en el viejo? Escucha, te lo explico así. Hace ya años que el viejo renunció a todo y se transformó en una simple serpiente venenosa que intenta inyectar su veneno donde pueda. Pero como con todas las serpientes, basta mantenerla alejada y aprender a controlarla. Ahora no es más que un sumiso animal, una serpiente sin dientes, que no asusta ni preocupaba a nadie, que ya todos han a domado, pero que aún recuerda como mostrarse amenazadora de vez en cuando. Y por eso le permiten seguir dando vueltas por ahí, porque todos le hacen creer que sus palabras tienen un peso, que sus cálculos políticos son geniales, que nadie puede con él, pero así también lo mantienen tranquilo, porque todos saben que no pasará nunca de las palabras, porque saben que si llegará a morder, su ataque sería inofensivo. Y eso en el fondo, él lo sabe, y es lo que lo vuelve patético. Se conformó con saber erizarse, con jugar al juego de la vieja y astuta serpiente, que todo sabe y todo comprende, para así poder ignorar su fracaso y su renuncia a los valores y los ideales que hacían de él nuestro líder. No Nuspano. Nada de lo que él pueda decir es una opción, porque es un ídolo caído, por que se traicionó a sí mismo, porque nos tracionó.
-Pero, pero... ¿de verdad piensas eso?
- Y tú ¿de verdad crees todavía en él?
-Sí, la verdad sí.
-Entonces escuhame. El viejo no sólo es la serpiente desdentada y patética que acabo de describir. Sino que te ha vendido. A cambio de unas cuantas monedas vendió tu voto al coronel y su banda de traficantes, porque estaba completamente seguro de conseguirlo. Y eso lo sé de buena fuente. Tengo un espía en el corazón de los republicanos.
Nuspano miraba fijamente al muro. Era como si su primo no estuviera ahí. Veía la fachada inmunda y el asqueroso tráfico que ocultaba. Estaba en la mierda. En el centro de un mundo de mierda. Un mundo que bien merecía ser destruido, destrozado, barrido por el viento, reducido a escombros. ¿Pero era posible? ¿Era posible tomar el poder y con él crear un mundo nuevo? ¿Acaso no había apenas descubierto que el poder era como un niño?
-Y dime Navedo ¿Qué demonios significa tomarse el poder?
- ¿Cómo qué significa? Tomarse el poder es tomarse el poder. Disolver el congreso por la fuerza, arrestar al rey y nombrar nuevas autoridades que gobiernen el país, y esas nuevas autoridades serán el nuevo poder, y serán ella quienes construyan el mundo nuevo que desde hace ya demasiado tiempo soñamos.
-No, no es posible. El poder no es sólo el parlamento, no es sólo el rey. Está en todos lados. Ocuparás el Estado sólo para darte cuenta que deberás seguir luchando, en todas partes, para mantener ese efímero poder que tus nuevas autoridades conquistarán.
-No importa. Estamos preparados. Y si hay que seguir luchando, entonces seguiremos luchando. Los aplastaremos, como aplastaremos toda oposición aquí en Bálnica. Nuestra revolución no fallará. Pero para que triunfe necesitamos tu voto.
-¿Qué tiene que ver mi voto?
-Apoyando la guerra, el gobierno llamará a los armadas locales a acuartalarse en la ciudad, para prestar juramento de persona al rey. Y esa será nuestro momento. Gran parte de los regimientos de Dodara y varios de los de Eojt se encuentran contralados por nuestros hombres. Y en los regimientos de Bálnica tenemos agentes prontos a tomar el lugar de sus oficiales para dirigir la revuelta. Una vez estén todos acá, en la capital, se sublevarán y ocuparán los centros estretégicos, unidades entrenadas especialmente arrestaran al rey y a los senadores. En un día el poder pasará a nuestras manos.
-Hablas como si nadie fuera oponorse. Los dos sabemos que no será así. Será una masacre.
-La cantidad de muertos variará a partir de la eficacia del efecto sorpresa y de la resistencia que encontremos. Mientras más brutal sea el golpe al inicio, menos serán aquellos que quieren oponerse a nuestra fuerza luego. La violencia es necesaria, es la fuerza creadora de nuestro nuevo mundo, será nuestra violencia la que acabe con todas las violencias.
-Ni el rey ni los senadores se dejarán arrestar. Son demasiado orgullosos.
-Lo sabemos. 'Arrestar' es en el fondo un término técnico. Lo que quiero decir es que serán ajusticados. No dejaremos con vida a posibles líderes de la opsición. Si la primera vez golpeamos con la suficiente fuerza, no necesitaremos golpear una segunda vez.
El sonido del puño de la mano derecha de Navedo al golpear la palma de su otra mano, resonó potente en toda la habitación. Y de pronto Nuspano pudo verlo todo con claridad. La corrupción, el ego, la opulenta decadencia de sus enemigos, la arrogante sed de riqueza, la ciega ira que empuña la venganza como un arma envenedada e invencible, lo vio todo, vio el mundo entero a su alrededor que se desmoronaba. Una realidad que caía a pedazos, y la sangre que corría como un río por entre sus grietas. Vio el centro de las tinieblas. Y sintió miedo. Y repulsión.
-No primo. No seré cómplice de esta masacre.
-No debes tener escrúpulos, no puedes permitírtelo. Si queremos sepultar esta sociedad que nos repugna, no podemos darnos el lujo de tener escrúpulos o de probar piedad por el enemigo. Quien quiera escribir la historia, debe estar dispuesto a derramar la sangre. Derramarla y dejarla correr. No hoy otro modo.
-La sangre llama a la sangre. ¿Cómo reconocerás el momento en que podrás dejar de derramarla?
-Lo sabremos, pero lo importante no es eso. Lo importante es que el momento ha llegado y que la causa del pueblo llama a sus hijos mejores.
-No, ya te lo dije. No seré cómplice de esta masacre.
-¿Nos abandonas?
-No, no abandono a nadie, simplemente renuncio.
-¿Renunciar? ¿A qué?
-A todo.
-No, Nuspano, no. Estás desvariando. Pero te entiendo. Está ha sido una jornada agotadora, más que cualquier otra en tu vida probablemente, y te entiendo. Pero sabes que no puedes renunciar. Porque sabes que renunciar equivale a traicionarme, y tú nunca, lo sé, podrías traicionarme. Pero tranquilo, te entiendo, aún hay tiempo. Mañana temprano pasaré de nuevo para que ultimemos los detalles. Tranquilo, la victoria será nuestra.
domingo, 8 de agosto de 2010
Vientos, Desvanecido desvelo
Ir, por el viento
azotado en la tormenta
Arrastrado,
más allá de todo límite
Murmullos
Murmullos azotados en esta corriente que a la tormenta me arrastra
Hasta el milagro ilimitado del hallazgo
El encuentro
Con el fluente murmullo del destino
Ahí
Se murmuran, a sí mismos
los vientos
Los vientos,
desde el ojo del huracán, murmurados
liberados,
al murmullo indómito de la tempestad
lloviéndose, a cántaros, en el temporal
Los vientos,
sellando el sino del silencio
el viento, desde el ojo del huracán,
murmurado
Desvanecido Desvelo
En el delirio
Habitar
Más allá del ojo negro, de sus pestañas de cristal
que los huesos trituran
desvelarnos
En las antípodas
Habitar
Más allá del alquitrán y su respiro, que los contornos dibujan
sobrevolar
En la fragancia del estío
En el perfil del recuerdo
En el giro abrupto de las siluetas
De las velas al viento
De las hormigas
De la ciudad diluida en su fermento
Desvanecer…
Desvanecernos
viernes, 11 de junio de 2010
La República de las Tres Islas, CAP. VI
Acababa de prender una vela, cuando sintió pasos un tanto torpes pero apresurados en el antedespacho. Terminó de sorprenderse cuando vio precipitarse por su puerta, visiblemente agitado, a Gadaré Untié.
Su cara estaba roja, respiraba con dificultad y sus ojos expresaban un extrañísimo fulgor, como si estuvieran presos, de alguna forma, por el éxtasis y el frenesí. Percibió al mismo tiempo también, gritos en la lejanía, correrías por los pasillos, era como si de improviso, la actividad del congreso, que se adormecía, hubiera despertado de golpe. Algo sucedía. Algo grave.
-¡Nuspano! Nuspano!- Gritó el anciano. Mientras se acomodaba en una silla. –No sabes lo que ha pasado –prosiguió, apoyándose una mano en el corazón, intentando recobrar la calma. El joven en tanto, lo observaba atónito, esperando una respuesta.
-Mataron a Ránmoncoo, ese gusano traidor que cambió su voto a última hora… ¿te das cuenta?
Nuspano se derrumbo sobre su propia poltrona, cubriéndose la cara con la palma de sus manos.
-No puede ser… el baño de sangre… pero tan pronto… ya comenzó- balbuceó con un hilo de voz, reviviendo en su mente las imágenes de su reciente pesadilla.
Gadaré, que en realidad no le prestaba demasiada atención, prosiguió con su discurso preso del entusiasmo.
-¿Pero no te das cuenta? Ahora los bandos están una vez más empatados. Podemos reemprender las negociaciones, es más, según los rumores más atendibles el duque de Pegnopis firmará esta misma noche un decreto para aplazar la elección en tres días. Con ese margen de tiempo, podremos conseguir más votos y asegurar nuestra entrada en la guerra, y si no los conseguimos por las buenas, entonces los compraremos, tenemos también el tiempo ahora para conseguir más fondos. Mañana mismo, a primera hora, te traeré un listado de personas con las cuales debes por fuerza entrevistarte. No, no, es mejor reunirnos nosotros primero y analizarlos en detalle, todos tienen intereses distintos, será necesario ofrecerles distintas garantías, pero créeme hijito, puede hacerse.
Nuspano no pudo no sentir una cierta incomodidad ante el apelativo de hijito, con el que una vez más lo llamaba el líder del partido. Algo no cuadraba para él.
-Pero… no lo sé… ¿no es usted tal vez el que no se da cuenta? Acaban de matar a alguien, alguien a quien los dos conocemos y parece no importarle…
-Sí, sí, claro que me importa, pero no es lo relevante ahora…
-¿Y que es lo relevante entonces? Estamos hablando de una vida que acaba de perderse…
-Que podemos seguir negociando, eso es lo importante. No es el momento de mirar a los detalles… sí, es una vida, pero una de tantas, muchas más se perderán, la historia es así, se escribe con sangre…
-No estoy de acuerdo-
-Está bien, está bien hijito, te noto demasiado turbado y cansado. Es mejor que hablemos mañana en la mañana.
Desde su sillón, alumbrado por la tenue luz de la vela, observó como se perdía tras la puerta.
Algo extraño le sucedía. Sintió del todo ajenas las palabras del anciano. Era como si la última pieza de un rompecabezas se hubiera roto en mil pedazos y el rompecabezas no sirviera ya siquiera de adorno. O haciendo más bien que el único sentido posible al que pudiera aspirar fuera uno capaz de asumir esa mutilación, esa falta de lo esencial. La ausencia de esa parte que transforma el resto de las partes en una sola totalidad.
El baño de sangre comenzaba y a nadie parecía importarle. Era como si la ética hubiera quedado suspendida. O supeditada a la política. Al poder. Ni siquiera el anciano Gadaré, a quien había admirado durante toda su vida, podía percibir esa línea que se estaba cruzando.
El mundo estaba deslizándose lentamente hacía un abismo donde reinaría la violencia, y al parecer todos se empeñaban en darle pequeños e imperceptibles empujones. Cada desprendimiento, cada resquebrajamiento de eso que Nuspano entendía como ética o como moral, cada soborno, cada mentira, cada desprecio por la vida, aceleraba ese deslizamiento inexorable.
Y el poder volvía a sus manos. Ese extraño poder de decisión… ese poder que había sido casi perceptible y que se había desvanecido en la nada sólo unos momentos atrás. ¿Pero existía realmente tal poder? Si es que existía se diluía, se escurría entre sus dedos, se esfumaba entre la retórica, las presiones y sobretodo en el verdadero resultado que su decisión acarrearía. Apoyar a los republicanos, era abrir conscientemente las puertas a una jauría de lobos hambrientos y ávidos de riquezas, que prometían, sin demasiadas garantías, la realización de la lucha de décadas de su partido… un paso atrás para dar dos hacia delante, había dicho el viejo, un cálculo, un frío cálculo, ¿pero ese paso atrás valdría la pena? ¿No serían tal vez cien pasos hacía atrás? Apoyar a los conservadores en tanto, no era evitar la carnicería, era sólo aplazarla, era por otra parte, doblegar sus ideales, entrar en el mundo de la riqueza y la ostentación… Parecía entender la opción de Untié. Al fin y al cabo, los republicanos les daban la opción de seguir creyendo que actuaban en consecuencia con sus principios, todo podía justificarse, diciendo que era en pos de la utopía. Y entonces: ¿un poder para decidir qué? Si a final de cuentas era todo como un callejón sin salida. Si es que había un poder, se desgarraba entre todas las posiciones adoptables y todos los resultados posibles, como la neblina barrida por el viento.
martes, 25 de mayo de 2010
Astillas en las bodegas, Que germine en mis versos la flor
Astillas en las bodegas
Se hace astillas el canto en mis huesos
Se astilla como incertidumbre
Incertidumbre en la niebla impregnada
Y veo sólo un tambaleante puente sobre un abismo
Oigo sólo un canto fracturado
Fractura que ordena el fragor
Fragor que fragua
Fragua que forma
Forma campanas
Campanas que prodigan su canto
Como astillas
Afiladas y duras
Astillas de granadas
Que se esparcen y hieren
la repudiable quietud
la oscura e indigna bodega de la rutina
Que Germine en mis versos la flor
Que germine en mis versos la flor
Que se abran
a la brisa
los versos
Que broten
uno tras otro
los pétalos en la hoja
Que como el viento vayan
como polen
los versos
Que viajen
desede el fértil vientre de la tierra
hasta la celeste promesa del cielo
desde el capullo
hasta este el fin del poema
Las palabras
martes, 11 de mayo de 2010
Fuego: El lagarto y las llamas, Caminar hacia el viaje
Saludos a todos! les dejo con dos nuevisimos poemas, uno no tanto, de hecho el lector atento notara la reutilizacion de viejo material! Bueno, la idea es que estos dos poemas formaran parte de una de mis antologías, esta estará dedicada a los temas del misterio y la busqueda! saludos a todos! no tengo mucho tiempo por ahora para pasar a saludar a mis amigos "bloggeros" apenas puedo, paso y comento! paciencia!
Fuego: Las llamas y el lagarto
Llamas
Prende fuego la ciudad
El calor derrite las veredas
Incinera a la luna una llama
Incandescente
el mundo se vuelve
Ardemos
en nuestro pequeño apocalipsis
(Arden también
las raíces profundas de la tierra
donde el lagarto verde
se enrolla sobre sí mismo
se muerde la cola
se hace fósil)
Prende fuego la existencia
Hasta el cielo mil lenguas de fuego se alzan
El último átomo del universo ARDE
Se desenrosca el fósil
RENACEMOS.
Caminar hacia el viaje
Caminar al epicentro de mis entrañas
Dejar atrás la fragilidad
Llegar más allá del engaño
Ser nudo de horas y de pasos
Ser tropiezos y gritos
Caminar hacia el viaje
El movimiento perpetuo de las almas
Ser el eterno viandante
El enigma descifrado
Caminar hacia el viaje
El jeroglífico en mi pecho
Incommensurable intensidad
Consumada
Devorada
En la larga letanía de los cielos:
los estratos nubosos de mi mente
Caminar al centro de mis entrañas
La púrpura explosion de la vida
Los espirales que sostienen al mundo
Ser camino
La urdimbre que se libera de la brea
Ser átomo arrojado al vacío
Ser frase aíslada en el texto
Ser el sentido
único habitante de las cavernas
Ser
El imposible nudo de mi carne
El jeroglífico en el cielo
El ave del paraíso y su eterno vuelo
Planeamos
Planean
Dentro de mí
Mis entrañas
el lagarto
martes, 27 de abril de 2010
Sobre la escritura: Sólo un Ejército de Monos; Escribir
Sólo un ejército de monos
Aquí estoy otra vez
Desafiándome nuevamente
Mirándome sarcástico
Con una risa que se aprieta irónica en los colmillos de mi sonrisa
Que se enrolla como cola en mi torso
Desafío desde la cima de mi vanidad
con un gesto altanero
nuestros siglos de catástrofes
nuestra hilera de matanzas
Desafío así como a la pasá’
Como mirando pa’ otro
lado
Los amores que se vuelan prendidos de multicolores globos aerostáticos
Desafiar constantemente las fronteras y los bordes
Los márgenes que delimitan nuestras caminatas
Desafíos en carcajadas envueltos
Imprecaciones lanzadas al vacío
Desafíos de ironía y sarcasmo
Superar siempre los límites
Ir más allá del propio vacío
No tener miedo del propio delirio
Desafío en un gesto sólo
En un solo movimiento que revienta todas mis grietas
esos paisajes infinitos y baldíos que pueblan mi pecho
Desafío con una sola befa mirada
ese archipiélago de inconmensurables distancias entre orilla y orilla
Arrogancia
La arrogancia de la creación
La vanagloria hinchada y absurda
De un chimpancé en el árbol de su fantasía encaramado
¡¡Uh- Uh-há-há!!
¿Quién vendrá a disputar mi corona de bananas?
¿Quién vendrá a intentar arrebatarme este cetro de piojos?
Escribir
Escribir
Dejar escapar el rumor que me devora
detenerme a observar el presente
mezclar mi sangre y mi tinta
Viaja mi mano sobre la hoja
Viaja mi mente en mi alma
Catapulta la escritura mi mente hacia el cosmos
Flotan mis palabras en el tiempo
Navega mi consciencia el espacio infinito
Recorren mis pies las veredas de la ciudad
Circulan las frases por mis venas
Viajo por la vida y escribo
En un cuarto encerrado
En una biblioteca con estudiantes alrededor
Escribo contemplo la ciudad amanece
Sumergir mi vida en su quehacer cotidiano
Bocinas
Gritos
Atrasos
Cartereos
Besos
Jumpers
chocopanderos
Escribir
Viaja mi escritura escrutando el universo
Viaja mi mente a través de los ocasos
Viajo por mi vacío y escribo
Sumergirme en el tibio frío del presente
Sueños
Angustias
Caricias
Palabras
Lejanías
Decisiones
Catapulta la escritura mi cuerpo en la muchedumbre
Flota mi vida en las avenidas repletas
Navegan mis pies los mares de asfalto de la ciudad
Recorro en un sueño lúcido
El entramado de mis venas
El tejido de mis días
Las hojas llenas de mi vida
Mi vagabundear
Mi rostro
Mi espejo
Mi escritura
Mi ser
Yo
Flotando
En mi universo de palabras
escribiendo
domingo, 18 de abril de 2010
Memoria, Curva, Inquietud, Ausencia
Antigüedad breve susurro
Mareas largos eones
Eras fluyente murmullo
Pétrea anidada memoria
Curva
Frágil dócil belleza de plumas
Curvatura sutil
Temerosa grácil
Afecto
esperanza en nuestras venas
Ahí, en la curvatura de las almas
Espera
Inquietud
Se agitan las aguas en el fondo del pozo
Círculos concéntricos
La calma
por leves golpes desecha
Resuenan las oraciones en la cripta
Las voces y su monótono canto
Desciende desde lo alto la liturgia
Velas y candelabros
Concéntrico monocorde rumor
Circunferencia de piedra
Tenue débil luz
Inquietud en medio al silencio
Ausencia
Sin pupilas me observaba
Sin ojos me miraba
Un rostro vacío
Una masa informe sin lineamientos
Una planicie pálida en lugar de los pómulos
Apagadas vacías cuencas árido amorfo desierto
Su no mirada,
sin embargo
Encerraba la duda existencial
La eterna angustia
La hueca profundidad de una ausente presencia
miércoles, 7 de abril de 2010
La República de las Tres Islas, CAP. V, Vivir Arrojado, CAP. II
Termina también aquí el relato breve Vivir Arrojado, quien deba comenzarlo desde el inicio, encontrará el enlace en el índice del blog.
¡Comenten y critiquen!
Capítulo V, La República de las Tres Islas.
V
El rumor incesante en los pasillos y el patio resonaba extraño dentro del silencio. Era como si llegará desde el más allá, desde otra dimensión, desde un mundo extraño, desde un mundo que a Nuspano se le revelaba minuto tras minuto como una realidad completamente ajena.
Su rostro se escondía tras sus manos, sus codos se apoyaban en el escritorio. Lejos, el sol se escondía tras el horizonte y la figura solitaria del senador de la provincia de Dodara se perdía entre las tinieblas que comenzaban a envolverlo.
Del cajón de su escritorio extrajo papel, una pluma y tinta. De algún modo debía ordenar sus ideas. O por lo menos darle una salida a la angustia que se revolvía en su estómago, que trepaba por su garganta.
Por un lado, el mundo parecía estar al borde de la barbarie. La guerra llama a la guerra y así la sangre correría y correría.
Un baño de sangre.
Lo escribió con grande y bella caligrafía, ocupando una hoja completa.
Un baño de sangre, pensó para sus adentros, meditabundo
Por otro lado, el mismo había llegado al extremo de una crisis personal. Había acariciado por unos momentos la sensación del poder. Se ilusionó, cuando ya estaba más allá de toda esperanza, con que algo de poder había ido a dar a sus manos, y que ahora podría torcer el rumbo de los acontecimientos, influir de modo tal que su paso por el senado tuviera algún sentido, pero se había engañado una vez más.
El día que había comenzado su mandato, el día en que ocupó el mismo despacho en el cual estaba ahora, pensó que entraba a participar del poder que ordenaba el mundo, que el poder estaba de algún modo encarnado en la institución misma, en el edificio, en el congreso, pero aquello no tardó en revelarse como una ilusión. La ilusión de los marginados, de los que viven en la periferia, en los rincones olvidados del mundo. Amargamente pudo comprobar que si en la venerada institución del parlamento residía algún poder, él no era participe. De ningún modo. No tardo en percibir como las decisiones no eran tomadas ahí, y como no eran ni el cargo que se ocupaba, ni su voto los que determinaban el verdadero uso del poder. No tardó en observar como sólo los que poseían poder fuera del parlamento, lo tenían también dentro, no tardó en ver como residía en la persona, y no en la institución, no era en las leyes, o en el cargo que se ocupaba, lo que fundaba la personal cuota de poder.
Y ahora el mundo marchaba hacia un baño de sangre. Y se volvía a preguntar que había pasado con ese efímero poder que había pasado por sus manos. La relación de fuerzas había cambiado en un cierto momento y se vio a sí mismo con la facultad de decidir. El cambio producido en el orden, los senadores que votaron contra su propio partido, otros que anularon o que no obedecieron las órdenes, lo habían desplazado del margen al centro. Había sido, por una tarde, la vedette estrella del congreso, con la que todos quieren estar. Y ahora estaba de nuevo inmóvil, impotente, con el mismo poder que su secretario, o tal vez menos.
¿Dónde esté el poder?
Lo escribió justo debajo de la frase anterior, en caracteres más pequeños.
El secretario se asomó para avisar que se retiraba.
Afuera era ya noche cerrada, pero la actividad, aunque disminuida, continuaba.
Evitar el baño de sangre. Al menos, a pesar de todo, le quedaba esa convicción. Pensó en Gadaré. Incluso el estaba dispuesto a enviar a su gente al matadero. ¿Por qué? Y sobretodo, ¿por qué el mismo se había dejado convencer tan fácilmente? El voto universal era sin duda el gran ideal del movimiento, ¿pero valía la pena conseguirlo a ese precio? ¿Podrían continuar afirmando los mismos valores luego de la masacre? ¿Podrían acercarse al ideal con las manos manchadas? ¿Era realmente capaz el anciano Gadaré, de renunciar a todo con tal de conseguirlo?
La figura de Nuspano cobraba un aire tétrico entre las penumbras que lo envolvían. Envuelto en sus meditaciones olvidó prender alguna vela, dejándose envolver por las sombras. Se sentía profundamente cansado. Agotado por las discusiones y las emociones de la jornada. Sus párpados tendían a cerrarse. De fuera llegaba el sonido de pasos apresurados por el corredor, del patio ascendía el rumor de las conversaciones como un murmullo que lo arrullaba. De improviso, la habitación le pareció un poco más oscura, como invadida por una oscuridad impenetrable. Los sonidos cesaron. Nuspano se vio aprisionado en el más profundo silencio y en la más absoluta oscuridad y un cierto temor recorrió su espalda, como una gota de sudor frío.
Alzo la vista y de pronto fue como si en una de las paredes las penumbras desaparecieran, mostrando tras de sí la imagen del cuadro con los pescadores y sus esposas.
Ahí estaban una vez más los hombres empujando el bote por la arena, y las mujeres esperándolos. Pero de pronto, el cuadro pareció oscurecerse en ciertos sectores, era como si un líquido oscuro cayera sobre él, deslizándose lentamente hacia abajo, cubriendo los cuerpos de los personajes, manchando la arena de la playa.
Se levantó. Se acercó con pasos dubitativos. El líquido escurría ya por la pared. Sus dedos lo tocaron, explorándolo. Era una sustancia relativamente espesa y viscosa. Apoyó sus manos en el cuadro, para limpiarlo, no quería ver esos personajes que tanto amaba en el fondo de su alma, ocultos, manchados. Y de pronto la luz volvió, y se vio las manos rojas. Completamente rojas. Manchadas con sangre. Y vio el cuadro, cubierto de sangre, y la pared ensangrentada y la sangre escurría ya por el piso, llegando a sus pies, mientras él observaba atónito sus manos manchadas, manchadas con la sangre del pueblo y gritó y abrió los ojos y se alivió al entender que había sido una pesadilla, sólo una horrible pesadilla.
Vivir Arrojado Cap. II
Retomamos así el relato. Nuestro héroe, tras poner en orden los dañados fragmentos de su memoria y tras empujar hacia su garganta las últimas gotas del elixir que lo ha devuelto a la vida consciente, logra poner en movimiento su cuerpo y encaminarse hacia la casa con sus amigos. Y es ahí recibido como un mártir. Su mejor amigo deja de lado la cerveza que tenía en la mano y toma un rotulador negro y esgrimiéndolo sobre su abdomen lo conmina a someterse a una ceremonia chamánico-iniciática que nadie entendía bien. Una tras otros caen todos bajo el poder transmutador del rotulador y la cerveza, cristalizado en un tatuaje abdominal.
Un vaso medio lleno cae de la mesa y se quiebra
-El tiempo parece detenerse- dice en cierto momento uno de sus amigos, o más bien no detenerse, no es que al mirar el reloj éste ya no marque el paso de los segundos y los minutos, intenta seguir explicando, pero su fugaz idea se confunde ya con otras palabras que se le escapan, nuestro héroe en tanto, escucha tan sensata expresión sentado entre unas matas de boldo, regocijándose en su aroma, hasta que se para y se mete en la conversa. Habla rápido, como escupiendo palabras, no Liliput, no, no es eso, no es que el tiempo halla parado, sino que nosotros nos salimos del tiempo, es como si para nosotros el tiempo ya no tuviera sentido. El Güaren habla entusiasmado también entonces, sí exclama, es como si estuviéramos en el país de los juguetes, con extrañeza es observado por sus amigos y aclara, el país de los juguetes es donde el tiempo de la producción queda suspendido y por lo tanto el tiempo lineal deja de tener sentido, agrega que lo leyó en un texto de la universidad pero que su memoria tratada de modo tan inmisericorde en los últimos días, es incapaz de entregar demasiados detalles, pero agrega que por ejemplo, en el país de los juguetes todos los días es domingo, y que se puede jugar eternamente, así, ensimismados en las dimensiones filosóficas en que la desenfrenada pachanga que ha envuelto sus existencias se ha precipitado, deciden ir a comprar más pilsen.
Nuestro protagonista sale junto al Güaren con envases de cerveza en mano hacia la boti de la vuelta de la esquina. Un perro le ladra a la entrada, y su amigo saca registro del recorrido con su cámara digital. Espera afuera. El Güaren sale con cuatro cervecitas heladas. El cielo se tiñe de crepúsculo, el sol comienza su deslizamiento final hacia el horizonte. El Perro vuelve a ladrar. El Güaren observa el nacimiento del ocaso, en su mirada se lee la consternación, no te preocupí’ le dice su amigo agarrando dos de las chelas, el tiempo ya no nos toca, estamos fuera, navegamos en un espacio en el que el resto del mundo ha perdido importancia, estamos arrojados en medio de la existencia. El otro lo mira como asintiéndole con la mirada y le dice: ¿abramos una al tiro?
Adentro de la casa el resto de los juerguistas preparan un joincito, nuestro protagonista encuentra buena la idea de los pitos y se pone a hacer otro, la cerveza corre entre todos. Mientras observa con un dejo de melancolía la mar a través de la ventana, habla de la niña de la noche, habla de lo triste que es estar solo y de otras nostalgias que parecían olvidadas, pero uno de sus amigo le dice que hay otro carrete esa noche, y que ahí iba a estar la mina que se había agarrado.
Nuestro amigo se entusiasma y baja con los demás a la playa a tomarse un resto de pisco que les había sobrado de la noche anterior. Ahí se encuentran con unas amigas que más rato van también al carrete. Envueltos en la penumbra de la noche y en el constante romper del mar frente a ellos, se fuman unos pitos, se toman el pisco, las cervezas y conversan del carrete, alguien cuenta un par de chistes y otro intenta sin demasiado éxito hacerse el lindo con las niñas.
Un gato se acerca ronroneando.
La manada entra en movimiento, las estrellas danzan sobre sus cabezas, sus pies pisan caminos de tierra, sus manos esgrimen botellas semi vacías, sus ojos miran un lugar indeterminado del presente o del futuro, las pocas luces del alumbrado público parpadean a su paso, avanzan hacia la noche y sus figuras se desdibujan en la oscuridad. Gritan y ríen.
Se adentran en los pasajes laberínticos del balneario, cantan, conversan, hablan sobre estos últimos días, cada paso los aleja del mundo y los acerca hacia algo que no saben bien lo que es, pero que pese a eso no dejan de añorar. A lo lejos, risas. A la distancia una melodía que los envuelve y completa el espacio entre ellos, es la música de la noche, de la pachanga y de la fiesta, es el tiempo fuera del tiempo, la entrada a las brumas del sueño.
No claudicar, no denegar del frenesí, así podríamos describir la irrupción de nuestra manada en la fiesta de la noche. Un torrente de arrogante despreocupación invadiendo los recovecos de las conversaciones, los cruces de las miradas y los grupos de amigos.
Entre gritos e ingesta no muy controlada de vino o piscola, nuestros entrañables protagonistas se dispersan en la pachanga. Así, entre pasos y diálogos furtivos, nuestro protagonista distingue entre cuerpos indistintos, a su chica de la noche anterior. A pesar de sus acercamientos acechantes y silenciosos, a pesar de su intención de enmascararse entre la espesura, sus intenciones parecen demasiado obvias, la niña con un par de miradas y secas respuestas a sus tímidos y evidentes acercamientos, da a entender con toda claridad que el desliz de la noche anterior no volverá a suceder. En fin piensa él, nada es perfecto y se aleja, dejándose tragar por ese estado de suspensión del mundo, desplazándose con seguridad por el momentáneo escenario de la existencia, dejándose mimetizar con la maraña de voces y cuerpos que lo rodean, se deja absorber, a la niña ya podrá buscarla algún día, si es que tiene ganas.
La noche fluye y su fluido tiene un pulso, irrumpir en el país de los juguetes es vivir en ese pulso, confundirse con el paso de las horas, desteñirse en su contorno sin que se diluya la alegría. Es lo que en esos momentos sienten y hacen, entregados al discurrir de los minutos, al golpear de los acontecimientos, como entre una niebla fosforescente caminan tambaleantes, pero sabiendo siempre hacia donde, sin perderse entre los laberintos donde las existencias se consumen.
Entre medio, baile, música, gritar, reir. Conversar, pensar, inventar, reinventar, discurrir y olvidar.
Un perro ladra a lo lejos en la calle.
La luz del día se cuela entre las cortinas semi abiertas del living. Entre ellas, a lo lejos, resplandece el azul del mar. Sobre la mesita de centro, vasos sucios, colillas de pitos, en un sofá el Güaren abre los ojos con su cabeza enterrada entre los cojines. Una figura mira por la ventana. Buena Mono le dice, o eso intenta decir más bien, porque no esta seguro de lo que pronuncia. Se paran juntos un rato mirando por la ventana. Se sientan en silencio. No son del todo capaces de hablar. El resto de la pandilla emerge de entre las habitaciones. Se sientan alrededor de la mesita de centro.
¿Qué es ese mar al fondo en el horizonte? ¿Qué significa ese cielo tan insolentemente celeste?
Se miran entre las fisuras de sus mentes. Las brumas de la noche los rodean aún, se muestran sus tatuajes, pero ya no demasiado eufóricos. Sus cuerpos han conocido el límite, sus mentes, quieren pensar ellos, estuvieron un paso más allá. Bajan silenciosos por la estrecha escalerita que los lleva a la playa. Nadie quiere cocinar, hay que buscar un lugar donde comer. El sol pende inclemente sobre ellos, sus pasos se arrastran, sus bocas murmuran, su marcha es lenta, se cuela entre jirones de realidad. Se detienen ante los titulares de los diarios en el kiosco de la esquina, nuestro héroe acota que perfectamente podría haber pasado una semana sin que ellos se dieran cuenta, o sea si alguien les dijera que era el lunes de la semana que venía, bien podría ser eso cierto. De los titulares no entienden ninguno, tampoco les interesa.
¿Existe entonces un mundo más allá de las calles de tierra de este balneario tercermundista? ¿Existen realmente esas guerras, esos muertos y esos atentados? Y esos rostros tan políticos y sonrientes ¿Existen en la realidad? –Estamos frente al mar y no podemos ver el horizonte- dice el Güaren ¿Qué tienen que ver estas letras impresas con nosotros? ¿Qué tenemos nosotros que ver con todo este mundo? ¿De qué galaxia muy muy lejana vienen estas noticias?
Mientras caminan buscando un lugar donde comer, uno de ellos dice algo así como que sentía que se habían pasado la cultura por la raja, que en tres días habían ignorado todo, porque nada había importado. Que civilización, que dos mil años de historia, que sociedad, durante unos días, continúa otro, nada de eso existió.
En el semáforo un auto frena de golpe.
Entre el celeste del cielo y el azul del mar, las nubes intentaban dibujar alguna forma y sus ojos nadan en un presente sin fin, sus pasos caminan las vías del mundo. Mañana tengo examen dijo nuestro héroe, pero no importaba mucho, después de eso, ya nada importaba demasiado, y eso era liberador.
Vivir arrojado, atisbar el frío del espacio exterior y habitarle temiéndole menos que a la amenaza de los rostros de la tele, parecía cada vez más cuerdo mientras sus pies les arrastraban hacia el alimento.
Deambular, aunque sólo unos días en las inmediaciones de la cultura y atisbar por el rabillo del ojo, en medio del torbellino arrasador de la existencia, el último destello de la vida. Es después que volverán las ocho horas diarias de sueño y la pacificadora tibieza del amor, pero el resplandor desgarrante de la vida, entrevisto por un instante tan sólo, no puede ya desaparecer, es verse en el reflejo y no temer en el momento de la verdad, a unos segundos de felicidad. Luego ya queda tan sólo abandonar la cima del mundo y pedir una merluza con agregado.
El mozo grita la orden hacia la cocina.
lunes, 29 de marzo de 2010
Yacimiento, Gran Pregunta
Hola a todos!! luego de una breve pausa de tres semanas en que pude volver aunque fuera por poco a mi país...o sea a mi gente y mis afectos, re-emprendo las publicaciones en la casa del simio... buscando como siempre lectores interesados y sobretodo críticos!
Un abrazo para todos!
Yacimiento
Reposan el misterio y su forma
Dentro a su celeste esfera
Suspendida en el aire
Más allá de los círculos
Yace como difunta
Intemporal absoluta incerteza
Como entrada al mundo onírico de la mente
Pero lo que yace eternamente
lo sabemos
No puede morir
Ni la pura perfecta forma
Ni el profundo oscuro misterio
nos dejarán
Nos esperan
Por siempre
Suspendidos en su perfección
Jalando de nuestra voluntad
las cuerdas
Gran pregunta
Abierta geografía
Cañones y grietas.
Interrogan a la tierra las fisuras
meditan las aberturas del suelo
imaginan los árboles su destino
sus frutos de mármol maduro
se abre la naturaleza a la gran pregunta
el sentido de la rotación
el fin del movimiento
emigra el reino animal
rota la tierra en torno al sol
¿por qué?