Frontera
Un millar de perros callejeros
Aullando al borde del precipicio
La intangible frontera que separa
El perfil de cemento de la ciudad,
de la cósmica dimensión de la tarde
Y yo en medio
Con una botella de vino en la mano
Intentando golpear las puertas del destino
Y yo en medio
De una tarde llena de dagas,
viendo morir al tiempo
Un millar de timbres de oficina
Golpeando, uno tras otro
Inexplicables documentos sobre olvidados escritorios
La intangible frontera que separa
El rostro de acero del presente,
de la dimensión sin tiempo de la tarde
Y yo en medio
Que me precipito entre aullidos
Por el precipicio sin fondo del delirio
Y yo en medio
De un tiempo untado largamente,
en la superficie árida de la tarde
Un millar de frenéticos pasos
Perdiéndose en el abismo sin fondo de las veredas
Y yo en medio
A la sutil línea de fuego
Infinita y circular
La breve frontera que separa
La infinita dimensión del desquicio,
de los pasillos sin sentido de la burocracia
Un millar de versos
De palabras enlazadas al cielo
De aullidos
De estrellas encerradas en botellas
De golpes de vidrio en los inmateriales portales del tiempo
La imposible frontera que separa,
mi mirar absorto en el silencio,
del precipitar oscuro de la ciudad en mis venas
Y yo en medio
A la infinita línea de fuego
Viendo morir al viento
Metales y Piedras
Yo estoy hecho de porcelana
Materia sana y firme
Mis antepasados descienden del vidrio
Eran resistentes e infinitos
Pero el tiempo doblegó sus voluntades
Mis hijos serán de plástico
Materia impura y corrupta
No conocerán la belleza
Ni la justicia
Ni la piedad
Sin embargo vivimos,
y soñamos una distinta nueva era
Nosotros poseíamos almas nobles
Un espíritu dulce incluso gentil
Nos vanagloriábamos
De nuestras superficies
Tersas y suaves
Resplandecientes
De nuestra tradición
Estoy hecho de un pasado hinchado
De recuerdos agigantados que ensombrecen nuestro presente
Estoy hecho de una altanería clueca y frágil
Hubiéramos querido el jade el ónix el cobre rojo y fiero
Anhelamos incluso el acero potente joven e indestructible
Buscamos un millón de piedras y de fraguas
al calor y al martillo que forjaban los metales
Hubiéramos querido el adamantio o la amatista
La plata verdadera o el ámbar
Pero no habrá ya piedad
Ya tenemos en las venas el veneno
Estamos ya perdidos
Condenados
No habrá ni perdón ni salvación
sólo plástico
sólo bolsas de basura restarán como nuestro rastro
plástico envolviendo a nuestros hijos y al mundo
una estela plástica, será la herencia de nuestro linaje