martes, 4 de septiembre de 2012

Ciudad, memoria, vida...

Les dejo dos poemas, los dos de ambiente urbana, el primero ligado a la historia de Chile... esa seguidilla de represiones y violencia... el otro, sobre la mercantilización de la vida... en los dos, la ciudad es no solo escenario, sino parte viva de la existencia...


El Tigre Cambia Pero no Pierde las Rayas

Se me escapan

Se me quiebran
los recuerdos a lo largo de la ciudad
este bosque despiadado
de edificios grises y de lumas duras

Llueven todavía pacos
Palizas
en la Araucanía

Llueven todavía pacos
Tanquetas
En Aysén

Llueven todavía pacos
Gases
Sobre las cabezas

Y acá yo
Respiro todavía lacrimógenas
Veo todavía las lumas blandidas suspendidas en el aire


Nos trajinan por la fuerza

Que calamidad esta historia que no avanza
La leo entera en las vitrinas
Olvido nuestro presente en el fondo grisáceo de la tevé


En mis avenidas
No se ha extinguido aún el eco del toque de queda

Los botas de los militares
Resuenan aún en las esquinas de mi ciudad

Los grifos los semáforos y los postes
Recuerdan todavía el miedo

Recuerdan todavía las calles
Las persecuciones y los autos sin patentes

Ni siquiera los negocios han olvidado
las lumas contra las cabezas de la gente

Ni siquiera la escotilla de la alcantarilla
ha olvidado el tacto ácido del guanaco

Y el borde de las cunetas aún recuerda también
el flujo constante de la sangre


Miro mis manos agito mi cabeza en el vacío
Retumba en mi cabeza el fragor
Resuena en mi cabeza el estallido del mito


Llueve dentro de mis ojos

Camino por las calles de mi ciudad

Me interno en el frío
Busco los recuerdos pero no los encuentro
No están en mi pasado
Siguen acá
Caminando en nuestro presente

El tigre cambia
Pero no pierde las rayas

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Compra-venta

Dibujar con la yema de los dedos sobre las vitrinas
La figura siempre difusa de la sangre
Y los confines nunca claros del recuerdo

Dibujar con las yemas en los intersticios de la lluvia
Los barrotes de nuestras celdas
La furia sin sentido de nuestra ceguera

Anochece sobre nuestras calles enfermas
Agoniza la última luz sobre cortas faldas oscuras
Derrama la luna su sangre plateada
Devoran tantas vidas, por otra noche, estas calles estrechas

Vamos ciegos en la enfermedad
La compra y venta de los cuerpos
La tristeza infinita de ver vidas, 
consumirse en las veredas