martes, 29 de diciembre de 2009

Parque O'higgins 1


Parque O'higgins 1
(El Chico Pato)



Dijo que había sido en el 87', o en el 88. Había sido de todos modos en uno de los últimos tres o cuatro años de la dictadura. Despúes tomó un poco de ron, yo me serví un poco de cerveza y siguió hablando. Empezó a contar la historia porque con mi vieja se habían acordado del chico Pato, uno de sus compañeros del Partido en aquellos años. Bueno, el asunto era que pese a todo, el Partido había logrado organizar una celebración del aniversario en el parque O'higgins, cerca del Pueblito y de donde se hacen las fondas pa’l 18. Ahora que lo pienso, debe haber sido bastante cerca de donde se hace la parada militar también. Yo sé que suena un poco raro… pero que le voy a hacer si la historia no la inventé ná’ yo y así me la contaron y bueno además estábamos todos medios copeteados…


Y ya po’, al final como que cada célula del partido tenía así como su rincón, onda la bienvenida del año académico en el Intercomunal. En cada mesa un asadito, sus copetes, o solo copete, en fin, el clásico asao’ de vidrio. Era domingo, había sol, los niños corrían por todos lados. Los más comprometidos hablaban de política, otros se jugaban una pichanga, otros se tomaban un vino. Se suponía que hasta yo con mis hermanos andabamos peluseando por ahí. Aunque mi vieja no se acordaba. -Pero Silvia, le decía el Juan, si estábamos todos ahí, tus cabros andaban correteando con los míos, parece que tenían una pelota, o unos volantines, la Paula estaba esperando guagua y ahí recién mi mamá, sí, parece, bueno al final se acordó o hizo como que se acordaba.


Y bueno, la cosa es que ahí estaban ellos, con sus carnes a la parrilla, unas cajas de vino, y habrán tenido a lo mejor alguna de pisco que en esos años era más caro. Tenían también una bandera, pero no del partido. Era una bandera de la célula de ellos, que era una U bien grande, así toda encachá’ porque eran de la villa Urano. Y claro, con una bandera que tenía una u gigante, más unos copetes, empezaron a llegor los típicos loquitos, así como piolas al principio, como que no quiere la cosa, que onda chiquillos, están carreteando, son de la U, les decían...


-Ja. Ja, no... ¿creían que era un carrete de la barra?


-Ja,ja, si po, pero ni un atao' po, Como que se quedaron ahí también, el típico desconocido que se te pega y que no falta en ningún carrete de renombre.


Y bueno, estaban todos. Mi vieja, yo, mis hermanos, el Juan y sus hijos, este amigo de ellos, el chico Pato, los loquitos de la U, los demás compañeros del partido, -si algunos habían llevado hasta a los perros- dijo el Juan. Y cuando empezó a oscurecer no faltaba uno que otro curao, si al final cualquier vino, y chelas, y todo eso.


Y ahí fue que llegaron los pacos. Imagínate, lleno de cabros chicos, de curaos, de perros de casa y de perros vagos y todo oscuro.


- Brígido. ¿Pero vo te acordai?-


-No, yo no, tenía como cuatro años no más y en general de esas historias no me acuerdo mucho, me daba mucho miedo así que como que las cancelé de la mente no más. O sea me acuerdo de la marcha cuando ganó el No no más, y alguna otra no muy importante.


Bueno, sigo, imagínate po’. Todo oscuro, los niños llorando, todo el mundo que corría pa’ todos lados, gritos de miedo, otros que gritaban pacos culiaos, lacrimógenas, los loquitos de la U que habían salío’ cagando, y bueno las piedras que empezaban a “silbar por sobre nuestras cabezas”.


Ahí el Juan contó que habíamos arrancado todos juntos, él con su señora, los críos, nosotros con mi mamá, los niños todos llorando y el chico Pato, que más encima andaba medio bien copeteo. El asunto es que con los piedrazos, que eran cada vez más, los pacos se pusieron brígidos en serio y empezaron a sacar las pistolas y a disparar al aire. Y ahí ya quedó la cagá. Más piedras, más gritos, más oscuro, y lo que pasó al final, fue que íbamos todos arrancando, un poco más allá habían unos pacos, o sea dos sombras que se cachaban que eran pacos, que iban así ya como en retirada, porque se habían quedao’ solos y eso pa’ ellos es peluo’, porque si los agarraban no los soltaban, bueno eso todavía es así, entonces íbamos todos corriendo, los pacos un poco más adelante, pero corriendo pa’ otro lao’ y derrepente a uno ¡¡¡pa!!!, tate que le llega la mansa piedra en la cabeza y se cae así como desplomado. Y todos a chucha, se quedan así como quietos, sin saber que hacer. El otro paco se da vuelta, nos ve y saca una escopeta de esas así largas y se empieza a acercar.


-¿Quién fue por la chucha?- empezó. Comunistas culiaos, díganme quien fue o los rajó a todos a balas, maricones culiaos’, les gritaba y se iba a acercando, con la escopeta, apuntándoles.


-¿Y tu vieja, y sus amigos? ¿Qué onda, qué hacían?


Puta, nada, imagínate, que iban a hacer, cagaos’ de miedo no más. O sea con un paco, apuntándote con una mansa escopeta , tú con tus hijos al lado, todos paralizados, ni uno hacía nada. Cagaos de miedo no más.


La cosa es que el paco seguía acercándose, a un punto como que sale de las sombras, está a un par de metros, la tensión y algo así como la posible inminencia del drama flotan en el aire. Pero cuando al paco se le vio la cara contó el Juan, cacharon que el también estaba cagao’ de miedo y que tampoco sabía muy bien lo que estaba haciendo. Justo ahí, el chico Pato salto así como de por atrás y se puso entre el grupo y el paco y antes de que nadie hiciera nada, el loco se rompe la camisa, mostrando el pecho y le grita al paco:


-¿Querí’ matar a alguien paco culiao? Mátame a mí po, a ver si erí tan hombre- le gritó, se acerco unos pasos, agarró la punta de la escopeta y se la puso en el pecho: -ya po’, ponme aquí la bala po’, no erí tan hombre? Mátame po’, aquí tení’ mi pecho!- le gritó de nuevo.


-Noooo, la dura, no, el loco valiente. Ya ¿y ahí que pasó?


Bueno al paco le tembló la mano, miró pa’ atrás, cachó que el amigo se había parao’ y estaba bien, y se dio vuelta y salió corriendo.

-Uh loco, no, que heavy, que valiente el amigo de tu vieja. ¿Cómo hace eso? ¿Y después que onda? Tiene que haber quedado como el héroe.


Bueno lo mismo le pregunté yo al Juan, y dijo:

-Nada po’, si lo vi de nuevo al otro día o como a los dos días, y puta le digo, oye weón que la cagaste, super valiente, ¿cómo te atreviste? Yo esperaba que él me dijera algo así como es que era el único sin hijos, no tenía nada que perder, o sino algo como es que alguien tenía que hacerlo... Pero en vez de eso, el loco me mira y me dice, ¿Que onda Juan, de que estay hablando? así como todo extrañado.


-Puta del otro día, en el parque po weón, cuando íbamos arrancando de los pacos- Le digo yo. -Ah, pa’ el aniversario, puta es que al final estaba tan curao’ que no me acuerdo de ni una wea.


Ahí el Juan me mira y me dice -¿Me podí creer Victor que el weón no se acordaba de nada?


Y yo -nooo, que heavy el loco, como no se acuerda, su momento de gloria.


-Bueno el era así- dijo mi vieja. -Pero si tu lo conocí al chico po’...- dijo después mirándome.


-¿En serio?


-Si po’, ¿te acordai’ cuando nos cambiamos a Macul, que un amigo mío nos fue a arreglar y pintar el baño? Bueno, él po’.


-Cachai’ mono, que al loco hasta lo conocía, hasta me hizo el almuerzo un par de veces, y yo no sabía que estando curao’ nos había prácticamente salvado la vida a todos.


-Uf, no que buena la historia, la cagó.


-Ya pero espera, que tiene epílogo. Después de que mi mamá contó eso, yo le pregunté al Juan, que era más amigo del Chico, si lo había seguido viendo. Y el si po’, si por eso me acordé de esto. Lo seguí viendo por hartos años, pero ahora no lo veo hace como seis, pero… ¿te acordai de las últimas elecciones del senado, las del 2006? Bueno, la cosa es que estaba ahí un día viendo las noticias, y derrepente sale la noticia está de cuando Longueira fue a votar allá a La Pintana, ¿Te acordai que lo taparon a garabatos, a pollos y todo eso? Bueno, estaba yo justo viendo la tele y diciendo, puta que bueno que este fascista, porque es un fascista, que se va a meter ahí a una población popular, creyéndose quizá que cosa, la gente lo reciba así, en el fondo se lo merece, y bueno estaba viendo como le gritaban y escupían pensando eso, cuando se ve un loco que le alcanza a pegar un paipazo, y van los guardias y lo agarran, como entre tres, y tate que no era el chico pato, como entre tres guardias lo tuvieron que agarrar, y después en la noticia mostraban a los pacos llevándoselo a la cuca y el Pato, que peleaba y pataleba. Al final como entre cuatro o cinco pacos salían en la tele metiéndolo en la cuca. Y el pato, que gritaba: -!!!pacos culiaos!!! ¡¡Longueira Fascista!! ¡¡La tení corteira!! ¡!Ándate pa’ Las Condes cuico culiao!!- me acuerdo que le gritó también. Y bueno, esa fue la última vez que lo vi a l chico pato.

2 comentarios:

  1. jajajajjaja me cague de la risa la primera ves que me lo contaste ..ademas que con unas pilsen en el cuerpo las historias de curaos son pa la risa...ahora que lo leo sobrio me vuelvo a cagar de la risa jajajajajaja...que buena historia...tiene que volverse popular!!!
    colectivización!!!

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  2. jajajajaja!!! que chistoso!! pero es una historia real?? ta mu huena!

    pauli andreu

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