Un sonido
Un sonido atraviesa la luz del día
Un sonido que nada sabe de significados
Un sonido
Que asemeja más a una melodía de tres tiempos
Que al coro ahogado de millares de arenas en la garganta
Un sonido
Un sonido que nada sabe ni de abismos ni de espejos
Un sonido
Que asemeja más a la música de un pétalo que al sol se abre
Que al repiquetear de la lluvia en la gris superficie de las veredas
Un sonido que no ha oído hablar aún de tiempo alguno
Un sonido que nada sabe ni de estatuas ni de líquenes
Un sonido
Que marca el ritmo del nuevo día
Que saluda mis pasos cuando camino
Que no conoce ni el olvido ni el recuerdo
Que atraviesa
Distraído
La distancia entre un día y otro
Un sonido
Un sonido, o nunca antes escuchado
O siempre sustancialmente nuevo,
el saludo siempre esperado
de la luz del nuevo día
Comprender
Cómo comprender la distancia que separa el cielo de la tierra,
o el ansia de arena de la luna
O este mi irme diluyéndome en la nada, cuando soy mero fantasma proyectado,
desde un pasado que no entiendo
Y voy perdido perdiéndolo todo
Desciendo, radicalmente ausente
Ajeno
Y voy perdido
Ausente
Hasta que ya no tengo nada, ni casa, ni cuerpo, ni voces,
ni tan siquiera un jirón de aire… marchitándoseme, entre el rabillo del ojo y la mejilla
Ajeno voy deshaciéndome en la nada, íntimamente despojado
Tenue imagen de mi mismo
Busco
Al rastro de estaño de la luna en mi piel
Las metálicas raíces del delirio en mi carne
Las pupilas del asfalto pérdidas en las mareas de mi vientre
Porque cuando la nada me despoja
Me queda sólo el viento profético, ese que arrastra a través de los torrentes mi susurro
Y encuentro en él sólo el sueño de mis días
Y en este sueño
Estoy solo pero en paz
Sólo aquí me pertenezco
Y sueño soñar el halo de plata que une
La tierra con el cielo
Y sueño a su vez también
El amor profundo que liga
La cara oculta de la luna,
Con todos los resabios de mi arena entre los dedos