viernes, 13 de noviembre de 2009
Introducción
Bienvenidos a La Casa del Simio. Después de mis largos silencios he decido re-emprender mi comunicación con el mundo a través de mi escritura.
En esta casa serán todos bienvenidos. Todos quienes ya me conozcan, todos quienes lleguen después. Las pretensiones son pocas, pero tal vez grandes: primero que entren en mi blog, segundo que lean mis publicaciones: ¡prometo actualizaciones al menos semanales!, y que me dejen algún comentario, para bien o para mal, ¡prometo también responder todo tipo de preguntas!.
Encontraran acá relatos largos y relatos cortos, siempre divididos para amenizar la lectura. También poesías, tal vez, algún día, comentarios de opinión.
Como decía, no pretendo mucho más que brindar al lector algo del bello placer de la lectura, quizás, el asomo de alguna reflexión.
Un abrazo a todos.
Poesia 1
Fue llegada perfume y recuerdo
Fue paso contra paso en estas catacumbas sin techo
Piedra sobre piedra y fuego que volaba fue
Aridente llegada y recorrida distancia
clamor pretérito excavado
explotado ignoto en medio de mi pecho
Fue de incendio y de explosiones
fue este fuego que ardía
Recuerdo amarillo azulado
Melodía añeja enarbolada en el cielo
Fue firmamento en mi frente
Fue olvido de siglos de historias de días
Fue mañanas del futuro,
peñasco transparente arrojado al vacío
fue perpetrada violencia de flores
fue camino perfumado y perdido
Relámpago, trueno, tormenta fue
en la soledad de un árbol que arde
en el dolor de sus raíces consumidas en el fuego
Olvido eterno del nombre fue
incendio voraz del ego en el arrasamiento completo del mundo,
remanso del rebaño fue
en aquella soledad originaria
Perdida Temida Añorada
La República de las Tres Islas
PRIMERA PARTE
I
Ahora que el mundo entero parecía moverse hacia una nueva guerra, cuentan que nadie, dentro de los confines de
Precisamente por eso, el grupo de jóvenes aristócratas que condujo la insurrección contra los invasores una vez que estos se cansaron de luchar y de destruir y saquear todo a su alrededor, adoptaron el ideal de un gobierno monárquico limitado por el poder de un parlamento elegido democráticamente por los nobles del reino, que tendría la capacidad de presentar y vetar leyes. El punto decisivo era, sin embargo, el de despojar al rey de toda facultad de decisión en cuanto a la guerra o la paz: sólo el parlamento podría determinar la entrada en guerra del país. Al mismo tiempo, tenía el poder de cesar las hostilidades y ordenar el retiro de tropas, todo esto sin el consentimiento del rey, quien en estos casos debía acatar la voluntad popular. De lo contrario, la desobediencia sería tratada como un crimen con la misma pena que el asesinato de un hijo, cuyo castigo no era sino la pena capital.
Como ya se dijo,cuentan que la guerra parecía golpear nuevamente las puertas de las Tres Islas, pero está vez nadie quería ser tomado por sorpresa, la lección había sido aprendida de memoria, y también con amargura, por cierto.
Se podría decir que la última guerra había prácticamente destruido el mundo tal cual había sido conocido hasta entonces. En occidente, tras la muerte en batalla de Siron-Vel, su Confederación explotó como una pompa de jabón antes incluso de que la guerra llegara a su fin. En oriente en tanto,
El conflicto había comenzado por el dominio de la península de Corhspila, ubicada al suroeste de la gran bahía, donde en una cadena montañosa había sido encontrado oro en abundancia e incluso un yacimiento de diamantes. A lo largo de la guerra las zonas más ricas de la región habían cambiado una y otra vez de manos, pero hacia el décimo año de enfrentamiento, tras la muerte de Siron-Vel y el comienzo de las hostilidades entre los miembros de
Fue ese el momento en que el grupo de los jóvenes aristócratas decidieron desencadenar su revuelta. En la ciudad de Yaplané, en la isla de Dodara, proclamaron a Nipcoa de Napartors como rey de la naciente República de las Tres Islas. A pesar de un fuerte apoyo popular inicial, no fue fácil expulsar a los invasores, quienes tras tantos y tan larguísimos años de conflicto habían convertido esas tierras en su hogar. Fue así que las principales ciudades de Balnica y Eojt no cedían a los insurrectos, quienes confiaban en un triunfo fulminante, antes de que ambos bandos pudieran recibir refuerzos, sin embargo la resistencia se prolongaba y la esperanza de una victoria relámpago se alejaba cada vez más. De hecho, es probable que hubieran sido derrotados de no ser por la explosión de una revuelta independentista de carácter republicano en la zona de la península de Corhspila que daba hacia la gran bahía, y que amenazaba con expandirse a la totalidad del territorio. El rey no tardó en acordar una alianza con los insurrectos del continente, ofreciéndoles armas de calidad y en abundancia, e incluso algunos centenares de hombres. Esto sumado a una política de intrigas entre la miríada de facciones de oriente y occidente que peleaban entre ellos en la zona, permitió un triunfo rápido de los aliados republicanos, que se impusieron sobre tropas desorientadas, desmoralizadas y ya exhaustas tras años de guerra.
Fue así que las riquezas de la zona quedaron a final de cuentas, en manos de
Y ahora todo parecía indicar que el mundo estaba una vez más a punto de caer por el barranco de una guerra generalizada.
La situación no carecía de complejidad. En primer lugar estaba el afán expansionista de