Acá en Italia, hace un par de días los inmigrantes africanos, clandestinos y no, explotados por la mafia en la recolección de naranjas y mandarinas en la región de calabria, se levantaron en una evuelta que enfocó su violencia en el pueblo de Rosarno donderesidían en barracas insalubres sin agua, luz ni baños. Explotación en realidad, es decir poco, las condiciones son de verdadera esclavitud, pocos euros al dia por 14 horas de trabajo. La verdaderamente triste es que los habitantes de Rosarno reaccionaron con el grito de guerra de expulsar al extranjero: disparos a las piernas con fusilesde aire comprimido, golpizas con mazas y palos, en fin, lo que puede decirse un clásico caso de "violencia étnica" desoló el pueblo. Lo verdaderamente triste, es que las víctimas, los esclavos, son criminalizados, de nuevo, y que el estado, de clara orientación xenofoba se alinea con quienes luchan con fusiles y palos contra TRABAJADORES que exigen un mínimo de dignidad, más de 2oo años después de la declaración universal de los derechos del hombre.
Acontecimientos como estos nos muestran como el hecho económico conocido como LUCHA DE CLASES desde hace mas de 150 años por la civilización occidental, no ha perdido, en ningún momento, su desgarrante vitalidad: cuando los explotados se alzan para luchar, los patrones respaldados por el Estado responden con todos los medios de la brutalidad que su aparato ideológico les permite legitimizar.
Este poema habla de lo desolado que este panorama político me parece, Lo escribí algunas semanas antes de los hechos que acabo de referir, pero describen la impotencia y la tristeza profunda que me producen.
Herencia
Somos el fruto de la violencia
la mirada impávida indolente de la degradación
somos la herencia enajenada que se hunde en el fango
animales salvajes sin bosque selva o manada
Nos bombardean de la violencia de los otros
Y nosotros sólo podemos cerrar los puños y comprar
Llueven brazos y piernas en la tevé
Llueven hambrunas golpes de Estado ¡genocidios!
Pero nosotros todavía podemos comer helados o marchar
Comprar hamburguesas o gritar
Calmar o ahogar nuestras conciencias
Heredamos la esquizofrenia los desiertos y la destrucción
Se cerraron las mandíbulas de acero de la ideología
Locura o impotencia
Somos su presa contenta llorona o mimada
Somos sólo su presa: gacela herida escapando del predador, sola y sangrante a través de la estepa