domingo, 31 de octubre de 2010

Sobre lunas, adolescentes y vendedores...

Tengo una luna hecha polvo

Tengo una luna hecha polvo
Escondida en mis pupilas

Un haz de luz escarlata
emboscado
En el espacio entre mi riñón y mi hígado

Una flecha de acero enterrada
En el campo de huesos de mi carne

Va quedando sólo una poza de bilis, una mancha de sangre en medio a la nada, intento recordar pero no puedo
donde quedó la brisa fresca el tacto suave las yemas de los dedos la silueta
el claro de luna donde iban
una tras otra
todas mis sombras a morir




Una Noche a la Intemperie



Me miran tres árboles grandes
Y un columpio vacío
En medio del silencio de la plaza

Me miran

Como ramas secas de otoño
Los juegos vacíos de los niños


Tres árboles grandes
Cinco bancas verdes
Una casi infinita cordillera
Una sola luna blanca
Y un adolescente ebrio sobre la hierba
durmiendo la noche fresca del verano
Llorando en sueños
El sabor amargo del primer amor


Me miran

Tres perros vagos desde la esquina
Y un centenar de estrellas
Justo antes del alba
Me miro profundo y adentro pensando
En quizás si algún día
En quizás si algún día esta noche a la intemperie
En quizás si algún día el rostro de la niña que no me ama
Serán sólo un recuerdo brumoso y lejano
Y no el dolor vivo de estos días
Que se diluye solamente en la borrachera
Sólo en las calles tras calles de la noche de Santiago


Una noche que se desvanece

Tres árboles grandes un columpio vacío
y un adolescente que camina

Lejos en la avenida se escuchan los primeros coches
en tan siquiera un par de horas
comenzarán los primeros autobuses a pasar




Vendedores de Dinero



Vienen los vendedores de dinero
Con dinero
A buen precio de mercado

Billetes de todos los colores
De todos los valores
De la mejor ¡se lo juro! calidad

Vienen los vendedores de dinero
A darnos una mano en la hora de la necesidad

Deposíteme aquí en mi bolsillo
En el fondo caníbal de mi estómago
Un trozo de su dedo pulgar
Una tajada exquisita de riñón
Yo le dejo en cambio
Esta caja de dinero fresco
Hay de todos los colores
Inigualables ¡se lo juro! que no hallará en el mundo nada igual

Vienen los vendedores de dinero
Hurgueteando los rincones
Olisqueando nuestros sueños
Manoseando nuestras hambres

Vienen los vendedores de dinero
Sonrisas compradas a lo largo de la ciudad


Campra-ventas letras pagarés
Recubriendo nuestros poros
La cara o el sello de nuestra piel

Vienen los vendedores de dinero
Con un trozo de hígado
Colgando en sus colmillos