El Tigre Cambia Pero no
Pierde las Rayas
Se me escapan
Se me quiebran
los recuerdos a lo largo
de la ciudad
este bosque
despiadado
de edificios
grises y de lumas duras
Llueven todavía pacos
Palizas
en la Araucanía
Llueven todavía pacos
Tanquetas
En Aysén
Llueven todavía pacos
Gases
Sobre las cabezas
Y acá yo
Respiro todavía
lacrimógenas
Veo todavía las lumas
blandidas suspendidas en el aire
Nos trajinan por la fuerza
Que calamidad esta
historia que no avanza
La leo entera en las
vitrinas
Olvido nuestro presente en
el fondo grisáceo de la tevé
En mis avenidas
No se ha extinguido aún
el eco del toque de queda
Los botas de los militares
Resuenan aún en las
esquinas de mi ciudad
Los grifos los semáforos
y los postes
Recuerdan todavía el
miedo
Recuerdan todavía las
calles
Las persecuciones y los
autos sin patentes
Ni siquiera los negocios
han olvidado
las lumas
contra las cabezas de la gente
Ni siquiera la escotilla
de la alcantarilla
ha olvidado
el tacto ácido del guanaco
Y el borde de las cunetas
aún recuerda también
el flujo
constante de la sangre
Miro mis manos agito mi
cabeza en el vacío
Retumba en mi cabeza el
fragor
Resuena en mi cabeza el
estallido del mito
Llueve dentro de mis ojos
Camino por las calles de
mi ciudad
Me interno en el frío
Busco los recuerdos pero
no los encuentro
No están en mi pasado
Siguen acá
Caminando en nuestro
presente
El tigre cambia
Pero no pierde las rayas
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Compra-venta
Dibujar con la yema
de los dedos sobre las vitrinas
La figura siempre
difusa de la sangre
Y los confines nunca
claros del recuerdo
Dibujar con las
yemas en los intersticios de la lluvia
Los barrotes de
nuestras celdas
La furia sin sentido
de nuestra ceguera
Anochece sobre
nuestras calles enfermas
Agoniza la última
luz sobre cortas faldas oscuras
Derrama la luna su
sangre plateada
Devoran tantas
vidas, por otra noche, estas calles estrechas
Vamos ciegos en la
enfermedad
La compra y venta de
los cuerpos
La tristeza infinita
de ver vidas,
consumirse en las veredas
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