viernes, 13 de noviembre de 2009

La República de las Tres Islas

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PRIMERA PARTE



I

Ahora que el mundo entero parecía moverse hacia una nueva guerra, cuentan que nadie, dentro de los confines de la República de las Tres Islas, quería que se les tomara por sorpresa como la última vez. Hacia ya cien años que su imperio comercial había sucumbido a la guerra y a su propia decadencia. A pesar de que en Balnica y Eojt –las dos islas principales de la nación- habían florecido más que en ningún otro rincón del continente las artes, las ciencias y la filosofía, hacia el llegar de la guerra la decadencia campeaba a sus anchas, penetrando incluso en los salones del emperador, donde la música y el estruendo de los banquetes y las orgías impedían oír los clamores de guerra que atravesaban el mundo. Fue así que un día Filaskes II se levantó envuelto en sus finas batas de seda y se encontró con los generales de la Alianza Oriental sentados a sus anchas en el salón principal. Estos le comunicaron que Balnica –sede del gobierno del imperio- había sido ocupada militarmente y que desde ahora, ellos pasaban a tener el control sobre todo el territorio. Cuentan que el emperador, entre gritos y lamentos, se encerró en su recámara para ya nunca más salir. La isla de Eojt en tanto, fue ocupada por Siron-Verl, el carismático general que había logrado unificar en una sola confederación al casi infinito –y en permanente cambio- mosaico de reinos, ciudades estados, ducados y principados, del sector occidental del continente.

Precisamente por eso, el grupo de jóvenes aristócratas que condujo la insurrección contra los invasores una vez que estos se cansaron de luchar y de destruir y saquear todo a su alrededor, adoptaron el ideal de un gobierno monárquico limitado por el poder de un parlamento elegido democráticamente por los nobles del reino, que tendría la capacidad de presentar y vetar leyes. El punto decisivo era, sin embargo, el de despojar al rey de toda facultad de decisión en cuanto a la guerra o la paz: sólo el parlamento podría determinar la entrada en guerra del país. Al mismo tiempo, tenía el poder de cesar las hostilidades y ordenar el retiro de tropas, todo esto sin el consentimiento del rey, quien en estos casos debía acatar la voluntad popular. De lo contrario, la desobediencia sería tratada como un crimen con la misma pena que el asesinato de un hijo, cuyo castigo no era sino la pena capital.

Como ya se dijo,cuentan que la guerra parecía golpear nuevamente las puertas de las Tres Islas, pero está vez nadie quería ser tomado por sorpresa, la lección había sido aprendida de memoria, y también con amargura, por cierto.

Se podría decir que la última guerra había prácticamente destruido el mundo tal cual había sido conocido hasta entonces. En occidente, tras la muerte en batalla de Siron-Vel, su Confederación explotó como una pompa de jabón antes incluso de que la guerra llegara a su fin. En oriente en tanto, la Alianza tampoco sobrevivió al conflicto, y también antes de que la paz fuera firmada, los ejércitos en la retaguardia comenzaron a luchar entre ellos.

El conflicto había comenzado por el dominio de la península de Corhspila, ubicada al suroeste de la gran bahía, donde en una cadena montañosa había sido encontrado oro en abundancia e incluso un yacimiento de diamantes. A lo largo de la guerra las zonas más ricas de la región habían cambiado una y otra vez de manos, pero hacia el décimo año de enfrentamiento, tras la muerte de Siron-Vel y el comienzo de las hostilidades entre los miembros de la Alianza, la zona se hallaba dividida prácticamente en dos, por lo que con un sentido práctico impresionante –celosamente oculto en los precedentes años de guerra- ambos bandos decidieron firmar la paz.

Fue ese el momento en que el grupo de los jóvenes aristócratas decidieron desencadenar su revuelta. En la ciudad de Yaplané, en la isla de Dodara, proclamaron a Nipcoa de Napartors como rey de la naciente República de las Tres Islas. A pesar de un fuerte apoyo popular inicial, no fue fácil expulsar a los invasores, quienes tras tantos y tan larguísimos años de conflicto habían convertido esas tierras en su hogar. Fue así que las principales ciudades de Balnica y Eojt no cedían a los insurrectos, quienes confiaban en un triunfo fulminante, antes de que ambos bandos pudieran recibir refuerzos, sin embargo la resistencia se prolongaba y la esperanza de una victoria relámpago se alejaba cada vez más. De hecho, es probable que hubieran sido derrotados de no ser por la explosión de una revuelta independentista de carácter republicano en la zona de la península de Corhspila que daba hacia la gran bahía, y que amenazaba con expandirse a la totalidad del territorio. El rey no tardó en acordar una alianza con los insurrectos del continente, ofreciéndoles armas de calidad y en abundancia, e incluso algunos centenares de hombres. Esto sumado a una política de intrigas entre la miríada de facciones de oriente y occidente que peleaban entre ellos en la zona, permitió un triunfo rápido de los aliados republicanos, que se impusieron sobre tropas desorientadas, desmoralizadas y ya exhaustas tras años de guerra.

Fue así que las riquezas de la zona quedaron a final de cuentas, en manos de la República Independiente de Corhspila, y que mientras las bandos de oriente y occidente permanecieron sumidos durante largos años en sangrientas guerras civiles, las dos repúblicas del centro del continente vivían en paz y amistad, situación que les permitió consolidar sus respectivas situaciones políticas e incluso comenzar a enriquecerse. Pero con el paso de los decenios la amistad comenzó a enfriarse, a la par que crecían las ambiciones de cada cual.

Y ahora todo parecía indicar que el mundo estaba una vez más a punto de caer por el barranco de una guerra generalizada.

La situación no carecía de complejidad. En primer lugar estaba el afán expansionista de la República de Corshpila, que enriquecida por sus minas y fortalecida por una no despreciable potencia militar, ambicionaba las llanuras y los fértiles valles que se abrían hacia el oeste, región habitada por pueblos nómades que no conocían un rey o líder desde los tiempos de Siron-Vel. Sin embargo, los reinos limítrofes de la Republica de Corhspila se veían más que dispuestos a atacarla mientras ésta intentaba expandirse hacia el oeste. Se sospechaba que contaban ya con el poderío suficiente como para tomar ellos mismos la iniciativa. En este cuadro, una alianza eterna unía –al menos en teoría- a las dos grandes repúblicas del continente de Barri, sin embargo, para muchos la alianza militar era válida sólo en caso de ser agredidos, y no para apoyar ambiciones de poder. El centro del problema para las Tres Islas era si comenzar un movimiento de tropas hacia Corhspila, apoyándolos en su afán expansionista y formar así parte activa del conflicto que se avecinaba, o mantener la neutralidad frente a todo. Por un lado, a algunos los empujaba la lealtad, a otros, el querer ser parte de los acontecimientos que determinarían el futuro curso de la historia. Otros en tanto, afirmaban que el conflicto no se extendería, que sería sólo pérdida de recursos inmiscuirse, otros en tanto, se oponían por considerar que el ejército nacional no estaba en condiciones de entrar en una guerra ofensiva, otros soñaban con restaurar por medio de la guerra la gloria del legendario imperio. Sin embargo, sólo los de mirada más obtusa eran incapaces de prever que la explosión de un conflicto en la península terminaría por arrastrar a todas –o casi todas- las naciones del continente, a un enfrentamiento sin precedentes.

3 comentarios:

  1. buen cuento men, a veces es increible lo que el deseo de poder provoca en las personas. Parece que es exponencial, (o algo asi), mientras mas poder tienes, mas poder necesitas.
    Hay una parte fantasma del texto, al principio, no te fijaste??
    Y quede con ganas de saber que pasaba, esta es solo la primera parte???
    Un abrazo milo, paselo bien

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  2. Hola! gracias por el comentario! por fin alguien lo leyo!

    Suìi hya una paret fantsma del texto q no se como arreglar, igual seleccionandolo con el mouse las letras aprecen.

    Y claor que es la primera parte. Es solo la introduccion, desde el proximo capitulo arranca la historia. En estos dias lo subo.

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  3. Es el primero que leo y quedo sorprendida de la estructura inicial, el planteamiento histórico del cuento que estoy a punto de iniciar a leer. Parece que la épica sigue surgiendo efectos buenos.

    Regreso a seguir. Saludos Milo.

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